viernes, 31 de agosto de 2007

...es mejor escuchar (parte II)

La piedra era el material ideal. Como símbolo lo llevamos usando miles de años, desde el neolítico y como instrumento desde el paleolítico. Al principio con menhires que relacionaban el espacio físico con el espacio mental, cuando colocábamos esas piedras de forma vertical queríamos transmitir algo, esto es un espacio mental producido por la memoria colectiva. El motivo específico por el cual se colocaban esas piedras difiere dependiendo de la zona del planeta. En algunos casos están inscritos en las rutas migratorias y se convierten en zonas de descanso o como una señalización para los itinerarios. En otros designan un lugar como mágico o lo relacionan con los cuerpos estelares. En cualquier caso, llevamos usando la piedra mucho tiempo, permanecemos en este mundo en co-existencia con ella y con los materiales. Así pues en todas las civilizaciones los materiales que obtenemos de base natural son básicos para nuestra existencia. La relación que mantenemos con ellos no es vertical ya que nada es superior a nada. Por lo que las materias co-existen y se complementan, no se niegan y a lo largo del tiempo evolucionan, tanto las piedras, como las personas y como las ideas. Debemos tener en cuenta siempre esta relación de las materias con el tiempo y con el espacio, ya que nada es eterno y su degradación es sólo cuestión de tiempo. Esa evolución debe ser parte, en la medida de lo posible, de la conciencia del creador y de la obra no sólo por su posible rendimiento estético sino también por su interés conceptual.

Pensar en piedra es pensar en el ser humano, en la evolución pareja que hemos llevado desde tiempos remotos. Así las piedras han mutado de forma por motivos naturales: terremotos, agresiones ambientales, etc. Y también por razones artificiales, para la construcción de casas, objetos, etc. Sea de forma natural y lenta, o sea por motivos humanos y acelerada, la evolución es parte de todos nosotros. Es, no sólo parte de la vida sino, necesaria. Sin evolución cualquier especie está destinada a extinguirse. Los cambios son necesarios para la supervivencia y atienden principalmente a los factores ambientales. Así si la evolución se aleja de la realidad en derredor sus beneficios serán también lejanos para un bien común, con esto quiero decir que si nos olvidamos de las consecuencias de nuestros actos los efectos son por lo menos desconocidos. Atendiendo a las visibles secuelas que estamos generando desde hace varios siglos por la contaminación (industrial, acústica, etc..) advertiremos que se produce la paradoja propia del ser humano. Con el desarrollo de técnicas industriales hemos facilitado nuestras propias acciones y hemos incitado a una ansiedad por el confort, entendiendo este vocablo como una pasividad del cuerpo y de la mente. Este confort es incitado por el sistema económico en el que nos inscribimos, que nos dicta lo que debemos hacer, comer, vestir y pensar. Deseamos, en consecuencia, un progreso de las tecnologías para que así nos faciliten al máximo nuestra supervivencia en el planeta, pero mi pregunta es: si los medios que hacen esto posible aceleran el proceso de destrucción del planeta ¿en qué hemos avanzado?. Es la pescadilla que se muerde la cola, queremos prosperar con medios nocivos para nuestra propia existencia, este modelo occidental de progreso ha de evolucionar aunque siendo por ello nuevamente paradójico. Descontextualizando y contextualizando nuevamente una piedra podemos sugestionar la mente del espectador y estimular la evolución (de pensamientos).

El arte como medio para criticar esta incoherencia existencial es una opción que desde aquí revindicamos como posible y sana. Entendemos por crítica la suma de una queja y una alternativa, por lo que debe aportar algo positivo. Con estas implicaciones, que desde alguno sectores de la ignorancia se tacharán de politizadas, podemos dotar de un mayor equilibrio a nuestra realidad y a la realidad que nos rodea. Resulta paradójica la conexión con nuestros ancestros: entonces la extensión horizontal del paisaje les incitó a marcar un límite vertical (menhir) para hacer más fácil su orientación y por lo tanto su vida; ahora colocamos una piedra para concienciarnos de los nefastos resultados de nuestra capacidad de acomodación del hábitat, cuando debería ser un diálogo entre el espacio y nosotros mediante el objeto (piedra), además de otras implicaciones artísticas.

Muchas veces es mejor mover antes las neuronas que las manos. Desarrollando las ideas y los conceptos podemos tomar conciencia de todos los factores que construyen el contexto en el que nos encontramos. Para hablar de algo es necesario un conocimiento previo de lo que se está hablando. Comprendiendo el medio en el que nos movemos, podremos ser más conscientes de lo que hacemos y el acto de crear no será sólo un acto creativo influenciado por el azar, sino que vendrá acompañado de una complicidad entre la mirada y el pensamiento, dándole al contenido de la obra una intencionalidad mayor con respecto al espectador.

Concluimos que algunas formas básicas poseen una potencialidad para sugerirnos formas y conceptos. Históricamente los menhires son un ejemplo de ello. Hallamos también analogías claras y directas con el land art. Debemos reconocer su influencia, ya que somos herederos de su trabajo como del de los dadaístas y surrealistas con sus caminatas, sin olvidar a los situacionistas. Vemos que antes que nosotros han habido otros que han hecho lo mismo, que han pensado lo mismo, y otras personas caminarán el mismo camino.

Presentamos nuestras experiencias en un día acordado con los profesores ante nuestros compañeros. El lugar elegido fue en el aula situada junto al taller de forja en el anexo de escultura de la facultad. Nos encontramos más personas de las que esperábamos, pero solo unas pocas hablamos, ya que nuestro objetivo no era exponer una charla sino un diálogo compartido. A lo largo de cuarenta minutos estuvimos reunidos frente a unas pocas imágenes proyectadas en grande, mientras dos cámaras de video eran testigos de lo ocurrido. Partimos de un planteamiento ordenado que tuvimos que modificar sobre la marcha debido a la pasividad de nuestros colegas. Asumimos nuestro papel y decidimos recorrer de puntillas un contenido que habíamos elaborado con creces y no profundizamos en algunos puntos en los que nosotros reconocemos su merecido interés. En un primer momento hablamos de la conciencia del ser y del lugar, apocándonos en fragmentos de textos de filosofía oriental entre otros. Incidimos en la realidad que nos toca vivir, desde la facultad hasta el cambio climático. Recorrimos la historia de la humanidad con la piedra como símbolo, desde el neolítico hasta las caminatas dadaístas. La importancia de la contextualización y descontextualización en el proceso creativo fue uno de nuestros pilares. Parecía como si los temas no quisieran hacer acto de presencia y esperaban a que fuéramos en su búsqueda. Finalmente les presentamos el primer germen de esta experiencia, nuestros primeros eco-ready-made: el dolmen madrileño como último comentario.

Propusimos entonces salir a conocer nuestros ejemplos sobre el tema, en forma de piedras, descontextualizadas, y contextualizadas de nuevo, esta vez por nosotros. Salimos a ver la primera piedra todos juntos caminando hacia los olivos, al llegar, los comentarios comenzaron a surgir. Estuvimos unos minutos mirando la piedra y nadie se acercaba, no la tocaron hasta que se lo propusimos. Solo algunos atrevidos disfrutaron de la sensación táctil del eco-ready-made. Tras los clásicos comentarios partimos en búsqueda de la segunda piedra, dentro de la facultad. Les guiamos por un sendero poco recorrido habitualmente en la facultad pero que por sus características físicas tiene una acústica interesante. Al llegar los comentarios brotaron de forma más libre, ya que el impacto que produjo la presencia de la piedra en las instalaciones de la facultad fue mayor que el situado en el exterior. Rodeándola permanecimos hablando hasta que las personas fueron desapareciendo como gotas de agua. Nos quedamos unos pocos para seguir caminando. Quien jamás haya caminado no sabrá de lo que hablo, quien lo haya hecho sabrá que no se puede halar de ello.

Wittgenstein escribió que de lo que no se puede hablar es mejor callar..

Añadiremos:

…es mejor escuchar.

“simplemente esparciré grafito en mi papel de dibujo y

haré que las partículas formen líneas y figuras con sólo mirarlas”

Von Wieser

aprox.1915

WR1: mkl & all on

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